Con esta nueva entrada presentaremos el nuevo hallazgo de un príncipe celta en un centro comercial en Lavau (Francia), el pasado mes de Marzo, que ayuda a entender su forma de vivir, aunque más en este caso, de morir, puesto que se ha encontrado una necrópolis.
El lugar se encuentra junto a una vulgar rotonda y entre las estructuras
prefabricadas de un parque empresarial, donde se debía construir
próximamente una nueva zona comercial. Un equipo de arqueólogos
franceses, encargados de averiguar si esta tierra de aspecto anodino
contenía algo de valor en sus entrañas, acaba de dar con uno de los
mayores hallazgos correspondientes a las culturas celtas
en el continente. El Instituto Nacional de Exploración Arqueológica
(Inrap, en sus siglas en francés) ha descubierto un inmenso complejo
funerario en la localidad de Lavau, situada en la periferia norte de
Troyes, a 180 kilómetros al sureste de París. La necrópolis albergaría
la tumba de un rico príncipe celta del siglo V antes de Cristo,
descubierta tras una larga inspección preventiva iniciada en otoño,
previa al comienzo de las obras en el terreno, controlados por los
pueblos celtas, en viajes por las ciudades-Estado etruscas
y griegas situadas en la Europa occidental. Se trataría de una de las
más monumentales sepulturas celtas encontradas en todo el continente, junto a la de Vix, descubierta a principios de los cincuenta cerca de Dijon, y la de Hochdorf, hallada cerca de Stuttgart en 1978.
- El descubrimiento demuestra los intercambios económicos entre los celtas y el Meditérraneo
El estado de la exploración, que debería terminar a finales de este
mes, permite discernir la silueta del esqueleto del príncipe, que
reposaba en su interior junto a su carruaje, lo que ha permitido
estipular su elevada casta social. Los arqueólogos también han
determinado su sexo tras encontrar un cuchillo de grandes dimensiones
junto a sus restos. En una tumba cercana, los exploradores han
localizado el esqueleto de una mujer, que habría sido construida años
antes que la del príncipe, según los arqueólogos. “Es posible que
existan lazos de parentesco entre ambos personajes”, ha apuntado el
responsable de la exploración, Bastien Dubuis.
El Inrap describe una superficie subterránea de casi 7.000 metros
cuadrados, rodeada de una sofisticada fosa y situada bajo un montículo
de unos 40 metros de diámetro (el llamado tumulus, que protegía
la sepultura de la superficie). En la necrópolis, los conservadores
también han hallado una gran caldera de bronce, perfectamente conservada
y decorada con la cabeza cornuda del dios Aqueloo, el más antiguo y
poderoso de los espíritus de agua en la cultura griega, que habría sido
fabricado por artesanos griegos o etruscos, según los responsables de la
excavación. La construcción del complejo funerario, ampliado en
distintas etapas, habría empezado hacia el final de la edad del bronce y
habría sido utilizado hasta los tiempos de la Galia romana.
- Los arqueólogos han descubierto el sexo del príncipe gracias a un cuchillo enterrado a su lado
Entre los objetos descubiertos también se encuentra un cántaro de
cerámica negra, decorado con imágenes del dios Dionisio tumbado junto a
una viña, que se utilizaba para servir el vino durante los banquetes. Se
trataría de un objeto de fabricación griega, sin igual entre los
utensilios de la época que se conservan hoy. “Ni siquiera en las tumbas
griegas de hombres ricos se encuentran objetos como este”, ha dicho el
presidente del Inrap, Dominique Garcia. Sorprende que la vasija se
encuentre recubierta de láminas de oro, altamente inhabituales en la
Grecia clásica. “Es posible que estuviera customizada para
gustar a los bárbaros”, añade Garcia, para quien estos descubrimientos
dan fe de los intercambios culturales y comerciales entre los pueblos
celtas y los del Mediterráneo. Otros objetos relacionados con el ritual
griego del banquete han aparecido en este conjunto arqueológico. Por
ejemplo, una cuchara de oro y plata que permitía filtrar el vino, que
entonces se consumía mezclado con agua.
Más allá de admirar su belleza inoxidable ante el paso del tiempo, el
descubrimiento de esta necrópolis tendría que permitir ahondar en el
estudio de la primera edad de hierro, que corresponde a la cultura celta
del periodo Hallstatt, que subsistió entre los años 800 y 450 antes de
Cristo. La era estuvo marcada por el desarrollo de las ciudades-Estado
etruscas y griegas situadas al oeste del Meditérraneo, particularmente
Marsella. Los comerciantes se embarcaban entonces en largos viajes por
las vías fluviales, en busca de metales, ámbar y otros bienes preciados,
además de esclavos. Del Sena al Danubio, los ríos continentales estaban
controlados por los pueblos celtas, que se beneficiaban de lujosos
regalos, con los que se ganaban apoyos estratégicos y asentaban su poder
y reputación. Es en ese marco histórico en el que hay que ubicar este
descubrimiento.